Hace ya 15 largos años que comencé a oír hablar de la cultura emprendedora. Hoy en día esa manera de pensar está más que extendida, ser emprendedor es más fácil que nunca. Hay mucho apoyo por parte de las instituciones, de los centros de empleo y desarrollo, etc. Años más tarde también me crucé con el concepto de «libertad financiera», una filosofía que se explicaba muy bien en un libro El código del dinero de Raimón Samsó. La suma de estos 2 conceptos me abrió los ojos a una nueva manera de pensar.
Mi cabeza empezó a darle vueltas a estas cuestiones y generó idea tras idea para encontrar soluciones a mi situación monetaria y tratar de alcanzar la vida que deseaba. Para los que no estén relacionados con el tema podríamos definir la libertad financiera como la búsqueda de una economía personal basada en la creación de varias fuentes de ingresos, de manera que si una de ellas se extingue, las demás te permitan seguir viviendo dignamente. Un concepto que se aleja mucho de lo que nos enseñaron de pequeños, aquello de que estudiásemos una carrera, consiguiésemos un empleo fijo y todos nuestros problemas económicos estarían resueltos. Sin embargo, actualmente sabemos que una carrera o un trabajo indefinido no tienen por qué materializarse en una estabilidad financiera a largo plazo.

Casi todos nos hemos preguntado alguna vez cómo se hace uno rico y lo normal es contestar cosas como: «es muy difícil, casi imposible», «hay que esperar a que te toque la lotería», «con la herencia de algún familiar lejano», etc. Ese tipo de contestaciones apelan siempre al tener y se olvidan del ser. Es habitual que cuando uno quiere ser o sentirse de determinada manera determinada —en este caso rico—, busque tener algo que lo induzca a alcanzar ese estado —en este caso mucho dinero—. Este mecanismo es algo irracional porque pervierte e invierte el proceso natural, ya que, por lo general, cualquier maniobra de creación en este universo lleva asociado un proceso de «ser-hacer-tener», y en este caso, con las contestaciones de las que hablábamos antes, primero se busca tener algo —dinero— para luego ser algo —rico—, lo que implica construir la casa por el tejado. Pero no nos adelantemos, para aclarar el proceso del «ser-hacer-tener» sigamos con el hilo del artículo que es la libertad financiera. Si necesito tener millones de euros en varias cuentas en Suiza para ser y sentirme rico, estoy comenzando por el final. La riqueza debe ser el resultado, el efecto de un estado interno que llamamos «ser». Una persona rica lo es desde la primera moneda que genera, y no hay diferencia entre ésta y la moneda que completa su primer millón.
Los estados del ser se distinguen unos de otros por los diferentes pensamientos, actitudes, valores o creencias que estos nos evocan. Así pues, continuando con el tema que nos ocupa, «ser pobre» conllevará pensamientos de poca abundancia, de crisis, de prosperidad escasa, así como valores o creencias del tipo: «no me merezco ser rico», «es imposible ganar millones», «mejor me quedo con lo que tengo», «prefiero un empleo seguro, emprender es arriesgarse», etc. y actitudes relacionadas con la pobreza como son la envidia, la tacañería o la baja autoestima. A su vez, «ser rico» tendrá asociados pensamientos de abundancia, de prosperidad, de creatividad ante los problemas, etc. Sentimientos de merecimiento y valía, de generosidad, de capacidad de dar y recibir, que son actitudes muy relacionadas con la generación de riqueza. Con esto no quiero decir que «ser pobre» sea malo y que «ser rico» sea maravilloso. No estoy realizando ningún juicio de valor sobre el tema, cada uno que opine y decida por sí mismo. Sólo estoy hablando de una relación de causa y efecto, es decir, de que la abundancia monetaria es la consecuencia de un estado interno de riqueza. Si nos convencemos de que queremos ser ricos —proceso del ser—, si aprendemos y ponemos en práctica los mecanismos que nos van a ayudar a generar dinero —proceso del hacer—, el efecto «riqueza» —proceso del tener—está garantizado. Es lo mismo que le sucede al chef que sabe cocinar correctamente una receta, sabe que el éxito de ese plato está asegurado.

Trabajar por la libertad financiera es un acto que implica tomar las riendas de tu vida. Dejar tu futuro económico en manos de tu jefe, del gobierno o de los partidos de la oposición es un acto que implica una omisión de tu responsabilidad. Frases como: «La cosa está muy mala», «la crisis no me deja levantar cabeza» o «ahora mismo no se puede empezar ningún negocio» son sentencias que terminan dejando el control de tus finanzas en terceros. Vivimos una situación económica muy revuelta, la oportunidad perfecta para que todos nos planteemos realizar cambios. Es una buena ocasión, por ejemplo, para replantearse el sistema financiero y encontrar alternativas de subsistencia más éticas y ecológicas. Y lo curioso es que muchas de ellas ya están aquí, ya son posibles. Al actual sistema, caótico y elitista, no le gusta oír hablar de opciones; lo que adora es el status quo, la perpetuación de esa pirámide en la que millones de personas mantienen a unos pocos ricos.
No sé a ti, pero a mí me da mucha tranquilidad saber que si aprendo a generar dinero y me pongo manos a la obra, mi riqueza está asegurada. No es ninguna tontería. Mi experiencia me ha hecho darme cuenta de que el dinero se aleja más de mí cuánto más lo persigo para tratar de satisfacer una necesidad monetaria; mientras que si estoy más relajado en mi plano económico, los esfuerzos que realizo para conseguir dinero son mucho más efectivos. Como decía Samsó «paciencia y disciplina infinitas son las actitudes más rentables».
Necesitamos cambiar nuestra educación financiera. Sería muy útil que enseñásemos a nuestros hijos a ser creativos y a memorizar menos datos. Sería extraordinario que les pudiéramos dar las herramientas para que pudiesen desarrollar una actividad económica que les apasionara y disfrutaran, porque, de este modo, el dinero les acabaría llegando solo. Empecemos por compartir esta máxima: «pensamientos pobres, comportamientos pobres, resultados pobres. Pensamientos ricos, comportamientos ricos, resultados ricos».